sábado, 5 de mayo de 2012

Tim Biskup desde Zona Maco 2012

México esta cubierto en arte. La densidad de decoración puede llegar a hacer abrumadora. La pintura en pasos a desnivel, casas, autos, tiendas, postes, cacerolas, bicicletas y cualquier cosa que se quede quieta el suficiente tiempo para pintarlas. El deseo a embellecer lo mundano parece ser compulsivo. Ese es uno de los muchos aspectos del arte visual Mexicano que me identifico. También amo la mayoría de las cosas que veo. Eso es más de lo que puedo decir de cualquier feria de arte en la que he asistido.

A principios de este mes acudí a Zona MACO, una feria de arte en la Ciudad de México. Mi trabajo fue presentado en el stand de FIFTY24MX (México) y fui invitado a acompañarlos. Amo las ferias de arte por muchas razones: las personas son siempre interesantes, los tragos casi siempre son gratis y el arte casi siempre es bueno. Pero, como artista mi razón principal para ir a ferias de arte es para analizar el mundo del arte. Puedes aprender muchísimo acerca de cómo funciona este negocio y buscar por grietas en la estructura. El negocio del arte es principalmente sobre ventajas y si sabes donde empujar y/o jalar puedes ganar algo para ti. Pero no les voy a contar mis secretos. Solo les diré lo que vi y lo que pienso acerca de ello.

Llegué a la feria antes de que abrieran, un poco antes de que los coleccionistas VIP llenaran su ya acostumbrada primera vista. Había un aire como de iglesia en el lugar, solo roto por una repetitiva rendición al himno nacional de EUA como parte de un programa de video en un stand. La audaz movida de llevar trabajo con base en audio a una feria de arte es arriesgada, solo por el hecho de que puede ser molesta para los galeristas que están alrededor  trabajando y no pueden moverse a otra parte. El hecho de que estuvieran tocando esa canción en particular pareció evidente.



La primera cosa que recuerdo haber visto fue el siempre colorido y divertido stand de Kaikai KiKi. Parece que ellos están en todas las ferias y siempre tienen lo mejor. La pequeña escultura de Chiho Aoshima estaba buena, pero las verdaderas joyas eran las pinturas de Chinatsu Ban. Todas ellas simplemente explotaban con energía sin pretensión alguna. Uno no ve estas cosas tan alegres y tiernas tan a menudo en una feria de arte. Podría verlas todo el día.

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